viernes, 29 de enero de 2010

2.¿Amigos él y mi hermano?Imposible.

Escuché ruidos en la ventana justo cuando acababa de subir con el desayuno en las manos, en una bandeja. Deje el desayuno en la cama y fui para abrir la ventana. Había un descapotable negro. Entonces pude ver a Jason inclinado cogiendo piedras del patio que daba a mi ventana. 
-¿Jason, eres tú?¿Que haces tirando piedrecillas como los niños pequeños?¿Es que no sabes tocar la puerta como la gente normal? 
-No podía esperar a dar toda la vuelta al rededor de la casa. Estaba esperando a que abrieras la ventana para subir por la escalera esta que tienes aquí detrás. 
Y dicho esto empezó a subir por la escalera que había puesto ahí cuando tenia 15 años para escaparme por las noches. Cuando estuvo dentro me dio un fuerte abrazo, como el de ayer por la noche. 
-¿Sabes? Si me sigues dando estos abrazos me vas a dejar sin poder respirar. 
-¡Oh!Lo siento.-Dijo al tiempo que se alejaba y se recostaba en la pared de la ventana. 
-¿Es que me has escuchado decir que me sueltes?-  Le sonreí y el me ofreció una sonrisa de oreja a oreja como respuesta. 
-No has cambiado nada, me alegro. 
-Lo dices como cumplido ¿verdad? 
-Nunca te insultaría, Ruth. Hay que ver que cambios físicos. De rubia a morena. Me gusta. 
-Me alegra que te guste. 
Nos sentamos en la cama y compartimos mi desayuno. 
-Voy al salón para que puedas cambiarte. 
Y me dio un beso que me derritió como si fuera un chocolate. 
Fui al cuarto de baño y me di un baño con agua caliente y sales naturales.
Me relajó bastante, la verdad. No había una forma mas efectiva para relajar todos los nervios de mi cuerpo. Revolví todo mi armario en busca de algo ligero dado que hacia mucho calor. Cogí unos vaqueros cortos, de esos que parecen estar rotos y desgastados, un top de palabra de honor celeste que mas allá había hecho que pusieran Jason and Ruth together forever "(Jason y Ruth juntos para siempre)". Cuando baje Jason y Robert se reían...¡juntos! 
-¡Hey,Ruth!  Jason y yo hemos quedado para ir a dar una vuelta a Seatle mañana, ¿te apuntas? No me lo podía creer. Ellos; mi novio y mi hermano, haciendo planes para ir juntos a algún sitio, cuando antes no soportaban estar en la misma habitación. 
-Eh...Sí, claro.
 Jason se acerco a mi y me rodeo la cintura con los brazos. Yo le rodee el cuello con los míos antes de preguntarle en voz muy bajita: 
-¿De que va todo esto? Antes no os soportabais y ahora...sois muy amigos. ¿Así,sin mas? 
-¿Te parece mala idea?-Me pregunto en voz baja también. 
-No, pero no es a lo que me tenéis acostumbrada, precisamente. 
-Bueno, pues espero que te acostumbres a esto y que no empecemos con lo de antes- dijo con un suspiro-.Por cierto, estás preciosa. Y ese top me gusta mucho. Te queda bastante bien. 
-Gracias. 
Salimos a dar una vuelta a Portland para pasar todo el día juntos. 
El muy testarudo me compró unas prendas que me gustaron y aunque intentara convencerlo de que no lo hiciera, lo hizo. Luego, además, me compró unos trajes bastante elegantes y con escote tanto de pecho como de espalda. 
-Me han invitado a varios bailes de sala y si vas a ser mi acompañante tienes que estar muy guapa, Aunque es solo por estilismo. Tú te pongas lo que te pongas eres muy guapa-me dijo cuando le pregunté el porqué compraba unos trajes tan elegantes para mí.
-.Además tienes una buena delantera y quiero presumir de que mi chica tiene eso-dijo mientras se bajaba un poco las gafas de sol que llevaba puestas y me hacia dar una vuelta-,y mas. 
No me quedó mas remedio que reírme. 
Cuando llegamos mi hermano y él se abrazaron en forma de saludo. Sentí la necesidad de agacharme y recoger mi boca del suelo. 
Se pusieron a hablar de lo que Jason y yo habíamos echo ese día en lo que yo colocaba los vestidos en un armario vacío que tenía al lado de la cama. Era el mas grande. Se había echo para vestidos pero como yo no tenia ninguno no lo utilizaba. Hasta ahora. Tenia que admitir que eran preciosos...y caros. Bueno, mi novio había dicho que eso, para él, no era un problema. 
El mas que me gustó era uno celeste con brillantes. La falda parecía una especie de paraguas desplegado que me llegaba por encima de las rodillas. El top tenia escote hasta media espalda y tenia otro más fino por el pecho que llegaba a unos 5 cm por encima del ombligo, con un cordón blanco muy finito que unía ambos lados de la tela para que no se abriera. 
Jason también me compró un par de zapatos para cada vestido. Los de este vestido eran unos de un color azul que parecía blanco si lo mirabas de lejos, y con unos cordones para atarlos alrededor de la pantorrilla. Me lo probé con los zapatos y cuando me mire al espejo no me podía creer que ese fuera mi cuerpo. Solo me faltaba la corona y parecería una princesa de cuento.

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