jueves, 28 de enero de 2010

1.Su llegada.

Estaba leyendo un libro sobre Grecia cuando oí unos golpes en la puerta. Del susto se me cayó el libro al suelo. 
-¡Ruth, baja ahora mismo!-gritó mi hermano desde el piso de abajo. 
Cuando estaba bajando las escaleras me tropecé con uno de los escalones y caí al suelo. 
-¡Augh!-grité. 
-¿Estás bien? 
Cuando escuché la voz de Jason no me lo podía creer. Hacía un mes que mi novio se había ido con su familia de viaje .Había llorado mucho por él.
-¡Jason!-Grité.-¡Oh, Jason no sabes lo mucho que te he echado de menos, cariño! 
-Y yo, amor, y yo.-dijo mientras me daba un fuerte abrazo. 
Me apretaba con tanta fuerza que casi no podía respirar, pero en ese momento me daba igual. Estaba de vuelta y lo demás no me importaba. 
Cuando me soltó fui capaz de respirar y entonces le di un beso de esos que no se le olvidarían en la vida. Le pasé los brazos por el cuello y él me rodeó la cintura con los suyos. 
Alguien carraspeó. 
-Si no os importa tortolitos. He estado malo una semana, no me apetece empezar a vomitar otra vez. Jason se rió y se alejó un poco. Me enfurruñé: yo no quería parar. 
Nos fuimos al salón y comenzamos a hablar de como había ido el viaje. 
Pasaron las horas.
-¡Vaya! Ya son las diez y cuarto. Que tarde. Bueno supongo que nos veremos mañana. Llámame cuando hayas desayunado y vendré a recogerte. 
-¿Qué?¿Y por qué no te quedas? Mi cama es bastante grande para tres personas. 
-Ni en broma. Mañana te viene a recoger.-me contradijo mi hermano. 
-Pero, ¿qué mas da,Robert? ¡Venga, yo no dije nada cuando se quedó! 
-No. 
Hice un puchero para ver si así picaba. Pude ver como picaba pero Jason dijo:
-Tu hermano tiene razón, Ruth. A demás yo tengo que ayudar a mis padres con todo. 
-Vaaale. Pero solo por que tienes que ayudar a tus padres que sino te ataba a la pata de la cama.
-¡Ja,ja,ja!-se rió mientras me abrazaba
-Y yo dejaría que me ataras sino fuera por ese hecho. 
Cuando me susurro aquello al oído me temblaron las piernas. Nunca me había hablado con una voz tan seductora, ¡y delante de mi hermano!
-Claro-dije intentando no tartamudear-.Te llamaré por la mañana. 
-Eso espero. De todos modos vendré así que...no me hagas subir para buscarte. 
Y dicho esto salió, cogió el casco de la moto, se lo puso, se montó, se alejó y me dejó a mi con el corazón a mil. Me duché, me sequé el pelo, me puse mi pijama-una camisa de tirantes azul y un pantalón corto a juego-y me acosté sin cenar. Mi estomago ya estaba lleno de mariposas y como había dicho mi hermano, no quiero vomitar.

1 comentario: